La víbora cuco, el engendro alado más letal y pérfido, no necesita uno pisarla como en el caso de las otras víboras, el más temido de los insectos en América tropical te ataca por el aire. Es el nombre genérico con que lo conoce todo montaraz en el trópico boliviano.
Cazadores de caimanes y jaguares botan lo que tienen a cuestas cuando de noche la bestia-insecto les ataca, sobre todo cuando portan linternas de luz potente. Los más valientes de ellos tienden a defenderse a machetazos, desconectando la luz de sus linternas y esperando no ser picados por bicho tan maligno, que prefiere la luz de las linternas para asestar sus ataques. Las probabilidades de sobrevivir tal ponzoña son mínimas si no se tiene un par de amigas dispuestas a ayudar al pobre cazador emponzoñado.
Ud. puede explicarse porqué pocas mujeres se aventuran por las sendas hechas por los animales salvajes de las selvas del Orinoco, Amazonas y los humedales selváticos rioplatenses, además de las húmedas selvas de Centroamérica. Quién quiere tener un fin tan horrible!
Pero para eso están los hombres, sean pescadores o cazadores, que pese al peligro, por unos kilogramos de carne de monte, río o laguna se exponen al peligro. La necesidad de la carne. Alguien tiene que hacerlo. Y no todos se salvan! No hay visita de cura o chamán que logre una salvación, ni invocando a los santos ni a los tumpas o dioses del monte.
Maldita Naturaleza, fuera de crear las grandes fieras de pelo y garra, y para colmo además de los mosquitos de todo tamaño, color y zumbido; las garrapatas; tábanos, jejenes, rocorocos y marigüises (flebótomos) y las grandes bestias acuáticas como el jichi y el yacaré de anteojos, tuvo que permitir la existencia de otros ofidios tanto constrictores como venenosos. Y a una de estas víboras les dio alas: un bicho tan huidizo de día como mortal de noche, la víbora cuco. La bestia alada...la que todo mortal teme en los trópicos de mi tierra.
Imagínense la desdicha de morir por el mortal estilete de semejante engendro. Si es una moza linda la que recibió la mortal picada, está obligada a tener relaciones sexuales como una meretriz antes de que tome efecto el veneno (24 horas). Lo que hace el cristiano con tal de no morir! Pobre desgraciada, no quisiera estar de confesor en la iglesia de su pueblo y verme obligado en nombre del Santininísimo a perdonarle los pecados cometidos necesariamente para sobrevivir.
Como hombre viejo (he sobrevivido una docena de picadas de la bestia alada) me cansé sobre todo de los ataques del resto de insectos alados y finalmente dejé las aventuras del monte por la vida en la jungla de concreto,tierra y adobe que es Santa Cruz de laSierra Tierra. Ya no quiero vivir las penurias de abandonar la jara con la jeta o el cuello picados y volver al caserío más cercano a pedir el antídoto a alguna cambita de aceptable figura, ni quiero saber del sacrificio de los varones que quieren ayudar a salvar a una fémina moribunda. Se necesita algo más que escroto, realmente. No olvido el tesón católico de ayudar al prójimo de aquellas mujeres que trataron de salvar repetida y desinteresadamente mi vida de cazador infortunado.
Cada cual tiene su calvario apenas sale de la jungla con la mortal marca: un pequeño pinchazo del estilete de la víbora cuco, apenas visible, pero con funestas consecuencias.
Por suerte el antídoto está entre los oficios o diversiones más viejas de la humanidad, y siempre hay algo de filantropía en los pueblos de los trópicos. O sexo o muerte!
Aclaremos algo. Si algún extranjero piensa que es una buena forma de pasar de turismo aventura a turismo sexual, mejor se queda en Ibiza o viaja a Brasil. Aquí en Bolivia todos somos católicos y solemos pecar sólo por necesidades vitales.
Pero si se trata de una o más turistas de firmes senos y buena contextura física, más de un cambalandés la guiará gustoso por la jungla, siempre y cuando avance ella delante por las sendas, linterna en mano y abierta a lo desconocido. El peligro puede estar posado en cualquier rama o tronco, perfectamente mimetizado. Cuídense del maldito bicho!
La vida es una aventura, para todos...
Y dado el caso que por ponzoñas peligre la vida de alguna, hombres habemos de sobra en el trópico. Haremos lo posible por mantener a la fémina febrífera con vida, aún cuando nuestras mujeres no estén de acuerdo. Bienvenidas!
Si quiere saber más de este insecto tan temido como poco conocido en su comportamiento. Hay datos, hay fotos, pocas pero menos que los casos de gente picada y salvada, algunos pueblos lo conocen como machaca (no tiene nada que ver con el plato mexicano)
A. M. Sibylla Merian, de Frankfurt, Alemania viajó 1699 a la Guyana Holandesa (hoy Surinam) y pintó magistralmente la flora y los insectos del Nuevo Continente, entre ellos la metamorfosis de la machaca. Cuántas veces se hizo picar o le picaron accidentalmente al pintarla, no lo sabemos...Sobrevivió a todas sus picaduras, inmortalizó a las bestias en lienzo, enferma de malaria volvió a Amsterdam en 1701, publicó en 1705 „Metamorphosis insectorum Surinamensium“ y 12 años después murió con 70 años en Amsterdam.
Ella fue una artista y la primera científica que reconoció que los insectos tienen una serie de estados que hoy llamamos metamorfosis, mientras muchos de sus contemporáneos todavía creían que moscas y orugas eran la "cría diabólica" del lodo. Algo así ocurre aún hoy con el engendro alado que aterroriza viejos y jóvenes en el trópico, cuya única ventaja que tienen contra el bicho en caso de vida (sexo) o muerte es que la capacidad de supervivencia es superado por el instinto de la reproducción.
Fotos de www.sasionline.org/costarica
víbora cuco (grabado en color de Sibylle Merian)
Cazadores de caimanes y jaguares botan lo que tienen a cuestas cuando de noche la bestia-insecto les ataca, sobre todo cuando portan linternas de luz potente. Los más valientes de ellos tienden a defenderse a machetazos, desconectando la luz de sus linternas y esperando no ser picados por bicho tan maligno, que prefiere la luz de las linternas para asestar sus ataques. Las probabilidades de sobrevivir tal ponzoña son mínimas si no se tiene un par de amigas dispuestas a ayudar al pobre cazador emponzoñado.
Ud. puede explicarse porqué pocas mujeres se aventuran por las sendas hechas por los animales salvajes de las selvas del Orinoco, Amazonas y los humedales selváticos rioplatenses, además de las húmedas selvas de Centroamérica. Quién quiere tener un fin tan horrible!
Pero para eso están los hombres, sean pescadores o cazadores, que pese al peligro, por unos kilogramos de carne de monte, río o laguna se exponen al peligro. La necesidad de la carne. Alguien tiene que hacerlo. Y no todos se salvan! No hay visita de cura o chamán que logre una salvación, ni invocando a los santos ni a los tumpas o dioses del monte.
Maldita Naturaleza, fuera de crear las grandes fieras de pelo y garra, y para colmo además de los mosquitos de todo tamaño, color y zumbido; las garrapatas; tábanos, jejenes, rocorocos y marigüises (flebótomos) y las grandes bestias acuáticas como el jichi y el yacaré de anteojos, tuvo que permitir la existencia de otros ofidios tanto constrictores como venenosos. Y a una de estas víboras les dio alas: un bicho tan huidizo de día como mortal de noche, la víbora cuco. La bestia alada...la que todo mortal teme en los trópicos de mi tierra.
Imagínense la desdicha de morir por el mortal estilete de semejante engendro. Si es una moza linda la que recibió la mortal picada, está obligada a tener relaciones sexuales como una meretriz antes de que tome efecto el veneno (24 horas). Lo que hace el cristiano con tal de no morir! Pobre desgraciada, no quisiera estar de confesor en la iglesia de su pueblo y verme obligado en nombre del Santininísimo a perdonarle los pecados cometidos necesariamente para sobrevivir.
Como hombre viejo (he sobrevivido una docena de picadas de la bestia alada) me cansé sobre todo de los ataques del resto de insectos alados y finalmente dejé las aventuras del monte por la vida en la jungla de concreto,tierra y adobe que es Santa Cruz de la
Cada cual tiene su calvario apenas sale de la jungla con la mortal marca: un pequeño pinchazo del estilete de la víbora cuco, apenas visible, pero con funestas consecuencias.
Por suerte el antídoto está entre los oficios o diversiones más viejas de la humanidad, y siempre hay algo de filantropía en los pueblos de los trópicos. O sexo o muerte!
Aclaremos algo. Si algún extranjero piensa que es una buena forma de pasar de turismo aventura a turismo sexual, mejor se queda en Ibiza o viaja a Brasil. Aquí en Bolivia todos somos católicos y solemos pecar sólo por necesidades vitales.
Pero si se trata de una o más turistas de firmes senos y buena contextura física, más de un cambalandés la guiará gustoso por la jungla, siempre y cuando avance ella delante por las sendas, linterna en mano y abierta a lo desconocido. El peligro puede estar posado en cualquier rama o tronco, perfectamente mimetizado. Cuídense del maldito bicho!
La vida es una aventura, para todos...
Y dado el caso que por ponzoñas peligre la vida de alguna, hombres habemos de sobra en el trópico. Haremos lo posible por mantener a la fémina febrífera con vida, aún cuando nuestras mujeres no estén de acuerdo. Bienvenidas!
Si quiere saber más de este insecto tan temido como poco conocido en su comportamiento. Hay datos, hay fotos, pocas pero menos que los casos de gente picada y salvada, algunos pueblos lo conocen como machaca (no tiene nada que ver con el plato mexicano)
A. M. Sibylla Merian, de Frankfurt, Alemania viajó 1699 a la Guyana Holandesa (hoy Surinam) y pintó magistralmente la flora y los insectos del Nuevo Continente, entre ellos la metamorfosis de la machaca. Cuántas veces se hizo picar o le picaron accidentalmente al pintarla, no lo sabemos...Sobrevivió a todas sus picaduras, inmortalizó a las bestias en lienzo, enferma de malaria volvió a Amsterdam en 1701, publicó en 1705 „Metamorphosis insectorum Surinamensium“ y 12 años después murió con 70 años en Amsterdam.
Ella fue una artista y la primera científica que reconoció que los insectos tienen una serie de estados que hoy llamamos metamorfosis, mientras muchos de sus contemporáneos todavía creían que moscas y orugas eran la "cría diabólica" del lodo. Algo así ocurre aún hoy con el engendro alado que aterroriza viejos y jóvenes en el trópico, cuya única ventaja que tienen contra el bicho en caso de vida (sexo) o muerte es que la capacidad de supervivencia es superado por el instinto de la reproducción.
Fotos de www.sasionline.org/costarica
víbora cuco (grabado en color de Sibylle Merian)
1 comentario:
Pseudo ciencia cotidiana, buenísima idea, de lectura amena, muchas gracias, un post buenísimo
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