(sancta res estupidissima!!)
En el artículo Fauna Urbana de la revista EXTRA, El Deber del 20/08/2006) [http://www.eldeber.com.bo/2006/20060820/portada.html] escrito por Juan Mendez Vedia, se refiere que los ratones que viven en la catedral se alimentan de la piel que pierde todo católico durante los oficios sacramentales.
Dudo muchísimo que entre rezos los parroquianos pierdan tanta piel (de eso se alimentan ciertos ácaros casi microscópicos!) o se “coman a medias las uñas” agobiados por sus pecados, como para alimentar sacrílegamente (con alto contenido sulfuroso) a una familia de ratones de sacristía (subespecie: mus musculus eclesiasticus); a quienes, a largo plazo, no les favorece el azufre contenido en dieta tan inverosímil para animales de buen gusto y fino olfato.
Casualmente el azufre es parte de todo ritual evocatorio y referencia infernal. Sabrá el sacristán su relación con sus ratoncitos consentidos?
Goethe lo refiere magistralmente en Faust II, Acto IV
Mephistopheles (contando la creación de su tibio hogar):
[...Die Hölle schwoll von Schwefelstank und --säure,
Das gab ein Gas!...
El infierno rebalsó de pestilencia a azufre y ácido sulfúrico, qué gas!]
Muy bonito el cuento, faltaba referir que ayunan en semana santa y zambullen a sus crías en el pilar de agua bendita.
Pero quizá los parroquianos compran papas fritas, maní y otros bocadillos rápidos a los venteros cerca de las iglesias.
No hay festín sin restos...ni comensales postrímeros.
Además, los roedores andan centenares de metros en busca de agua (no bendita) y comida kosher (en la plaza principal y sus alrededores hay suficientes restos alimenticios) fuera de sus santas madrigueras (donde con seguridad tienen difícil entrada nocturna los felinos gatólicos)
No olvidemos: en la casa de Dios no se mata a nadie!
Quien conoce el apetito omnívoro de los roedores no debería aceptar el cuento de ratones a dieta catedralicia!
Ratones católicos ahítos de restos de piel de beatas sacrismoches?...en último caso serán migas de hostias viejas...!
Mis respetos, J. M. V., por tan buen artículo pseudocientífico!
El resto de la crítica de tan buen artículo puede leerse en criticamba.blogspot.com
Un aficionao a la crítica pseudocientífica
(criticamba@cotas.net)
Dudo muchísimo que entre rezos los parroquianos pierdan tanta piel (de eso se alimentan ciertos ácaros casi microscópicos!) o se “coman a medias las uñas” agobiados por sus pecados, como para alimentar sacrílegamente (con alto contenido sulfuroso) a una familia de ratones de sacristía (subespecie: mus musculus eclesiasticus); a quienes, a largo plazo, no les favorece el azufre contenido en dieta tan inverosímil para animales de buen gusto y fino olfato.
Casualmente el azufre es parte de todo ritual evocatorio y referencia infernal. Sabrá el sacristán su relación con sus ratoncitos consentidos?
Goethe lo refiere magistralmente en Faust II, Acto IV
Mephistopheles (contando la creación de su tibio hogar):
[...Die Hölle schwoll von Schwefelstank und --säure,
Das gab ein Gas!...
El infierno rebalsó de pestilencia a azufre y ácido sulfúrico, qué gas!]
Muy bonito el cuento, faltaba referir que ayunan en semana santa y zambullen a sus crías en el pilar de agua bendita.
Pero quizá los parroquianos compran papas fritas, maní y otros bocadillos rápidos a los venteros cerca de las iglesias.
No hay festín sin restos...ni comensales postrímeros.
Además, los roedores andan centenares de metros en busca de agua (no bendita) y comida kosher (en la plaza principal y sus alrededores hay suficientes restos alimenticios) fuera de sus santas madrigueras (donde con seguridad tienen difícil entrada nocturna los felinos gatólicos)
No olvidemos: en la casa de Dios no se mata a nadie!
Quien conoce el apetito omnívoro de los roedores no debería aceptar el cuento de ratones a dieta catedralicia!
Ratones católicos ahítos de restos de piel de beatas sacrismoches?...en último caso serán migas de hostias viejas...!
Mis respetos, J. M. V., por tan buen artículo pseudocientífico!
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